Se dice que en la Alameda de Orizaba, cuando la población todavía no era muy grande y el lugar era poco iluminado por las noches, sucedían frecuentemente hechos sobrenaturales.
Como fue el caso de una pareja de novios, que un domingo tardaron más de lo que la chica tenía permitido para llegar a su casa y decidieron cruzar por la alameda.
Esa noche especialmente fría y oscura, tenía al lugar muy solitario. La pareja que iba platicando, sintió que alguien los seguía, por lo que voltearon sin ver a nadie.
Siguieron caminando unos cuantos pasos más, y volvieron a escuchar pisadas detrás, por lo que se detuvieron un momento a esperar si veían a alguien, pero como no fue así, se apresuraron hasta llegar al centro de la Alameda, y cuando estuvieron cerca del kiosco, escucharon un gemido amenazador, llevándose una terrible sorpresa cuando al voltear vieron ante ellos un enorme perro negro babeando, con enormes colmillos que relumbraban en la oscuridad, con un pelaje poco común, y ojos que reflejaban una luz rojiza en la noche.
Paralizados por el terror, la pareja vio como el animal se preparaba para lanzarse sobre ellos, y tratando de evitar esto, el chico le lanzo su chamarra, solo para ver que cuando esta tocó al animal, este se desvanecía en la nada dejando su prenda tirada en el suelo, y sin esperar más salieron corriendo a todo lo que les daba sus piernas.
La impresión es algo que aseguran nunca olvidarán, y no faltó quien les dijera que lo que habían visto era el célebre nahual y que no eran los únicos que habían vivido esa experiencia.
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